El turismo penitenciario no para de crecer en España. Un informe del programa de turismo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) ha expuesto el éxito de este tipo de turismo con el ejemplo de la cárcel de La Model en Barcelona, que desde su cierre en 2018 ha recibido la visita de más de 154 mil turistas.
El turismo penitenciario crece en España
Durante los últimos años, cada vez son más los que quieren conocer cómo era la vida de los antiguos presidiarios. Por ello, la cárcel de La Model en Barcelona se ha unido a la moda del turismo penitenciario y durante una hora se puede pasear de forma gratuita por los pasillos de la prisión, visitar las celdas y ver cómo era el día a día de los presos.
Al respecto, José R. Ubieto, profesor de Psicología de la UOC, ha destacado los tres motivos principales que hace que los turistas quieran acercarse a estos centros:
- En primer lugar, ha señalado que “la mayoría de los turistas quieren aprender un poco de historia con la visita”.
- Señala que también hay turistas que acuden por “curiosidad morbosa” por ver escenarios de sufrimiento humano
- Mientras que otro de los motivos es que algunos turistas lo hacen por moda y por compartir esa experiencia en las redes sociales
La parte negativa
Más allá de que los motivos para visitar este tipo de instalaciones se ajusten más o menos a la moralidad, lo cierto es que este tipo de turismo también entraña ciertos peligros.
En algunas ocasiones, los visitantes que acuden a estos centros pueden ocasionar un aumento de una patología que ya tienen desarrollada. Así lo confirma Ubieto, que ha aseverado que “para unos pocos, puede alimentar un delirio patológico preexistente (personas psicopáticas que visitan estos espacios como santuarios de sus fantasmas)".
Turismo penitenciario: un fenómeno global
Esta tendencia no solo se produce en España. Más de un millón de visitantes anuales recibe la cárcel de Alcatraz (California) y 30.000 la cárcel de Karosta (Letonia). Esta última, además, tiene el pack de “noche extrema” donde por 17 euros—y con previo consentimiento firmado— el visitante será tratado igual que el preso de la época: les obligarán a hacer flexiones, a correr por el patio, se tendrán que despertar a media noche, etc.
Por su parte, Pablo Díaz Luque, profesor del programa de Turismo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), explica: "En primer lugar, razones morales, que son las que se dan cuando el público que visita estos centros quiere conocer las condiciones en las que vivían los presos históricos encarcelados por motivos injustos de otras épocas. La mayoría de los turistas quieren aprender un poco de historia con la visita".
Según el docente y, aunque afirma que el morbo es el principal factor que les mueve, también se pueden distinguir otras dos tipologías de visitantes: "Los visitantes con fascinación o curiosidad morbosa por escenarios de sufrimiento humano" y "aquellos que van por simple moda o interés por compartir esta experiencia, que ciertamente puede ser impactante, en las redes sociales (una foto desde los barrotes de una celda, por ejemplo)".
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