La historia de la aerolínea Scandinavian Airlines System (SAS) es la del enfermo crónico que tira la toalla y pide una inyección letal. Ahogado por las pérdidas, la nefasta situación financiera derivada del covid (y de años de cuestionable gestión), la compañía europea pidió en julio de 2022 un concurso de acreedores que pusiese “punto y final” a su trayectoria, lo que provocó una caída del 10% en la Bolsa de Suecia. Pero ahora, la Justicia se niega a que ese sea el final de la empresa.
Aviones de la aerolínea SAS
Y es que un juez de Nueva York dictaminó esta semana que la compañía no puede quebrar por el momento. Alegando “intereses de los acreedores”, la Justicia estadounidense extiende el plazo de la compañía para lograr financiación para sanear sus cuentas hasta el próximo mes de enero de 2024.
Eso sí, se antoja complicado que la compañía pueda salir del “fango financiero”: solo en el primer semestre de su año fiscal, SAS perdió 3.962 millones de coronas suecas (377 millones de euros).
SAS: dos "rescates" y ninguna mejora financiera
Y todo ello, teniendo en cuenta que en agosto de 2022, la aerolínea recibió un rescate del fondo de inversión Apollo Global por valor de 680 millones de euros. Además, en el mismo mes, SAS logró otra inyección financiera de 700 millones de dólares procedentes del mismo fondo inversor.
Pero ni con esas levanta sus resultados económicos: en abril de este mismo año, la compañía informó que estaba buscando recaudar capital en el marco del concurso de acreedores en Estados Unidos. Eso sí, sin mucho éxito, dando por hecho que el concurso de acreedores sería su final, ya que ningún fondo inversor daría más dinero al proyecto después de los nefastos resultados económicos de los últimos años (con pérdidas prolongadas y nulas perspectivas de mejora).
A pesar de lo que la propia aerolínea definió como “difícil situación financiera”, SAS sigue operando y ofreciendo vuelos a sus clientes, sufriendo numerosas huelgas por parte de sus trabajadores (los cuales siguen con condiciones salariales precarias, según los sindicatos), lo que obligó a reestructurarse para reducir costes y deuda (despidiendo en 2020 a 5.000 trabajadores). Una situación que, hasta 2024, se mantendrá.
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