La semana pasada se organizó en Valladolid la Convención de una importante asociación de agencias de viaje del Reino Unido. Un evento de enorme importancia para Valladolid, para Castilla y León y para España. Todo salió estupendamente, pero hubo un "lunar". En su llegada al aeropuerto de Madrid, tuvieron que esperar un tiempo exagerado en el control de pasaportes. Una hora de media. Esto hizo que la mitad del grupo perdiera el tren que tenían previsto y que tuvieran que llegar a Valladolid en autocar.
Cierto es que llegaron en una hora punta (en torno a las 2 del mediodía), pero esto no es un eximente que nos haga ver la gravedad de que tuvieran que estar haciendo una fila interminable. Cierto es que esto sucede en muchos aeropuertos (demasiados). Pero no quita que no le tengamos que dar la importancia debida y que merece.
Cuando alguien llega a un país, tiene que encontrar un destino hospitalario. Y eso empieza porque los trámites de control de pasaporte y de recogida de equipaje se hagan en un modo cómodo y rápido. El primer encuentro con el destino tiene lugar en el aeropuerto, y tenemos que esforzarnos porque la asistencia al viajero sea excelente. No entro a opinar sobre el proceso en sí del control de pasaporte, que se hará como marque la normativa, pero no se puede hacer esperar a nadie tanto tiempo para poder hacer ese trámite.
Me consta que los trabajadores del aeropuerto de Barajas trabajan en modo eficaz y profesional. Puedo comprobar habitualmente cómo llevan a cabo su labor en modo solícito y diligente. No son ellos los responsables de esas esperas. Podría señalar a alguien o a alguna institución, pero no conozco los detalles ni los condicionantes de la organización de este trámite.
Sin señalamientos: es hora de plantear el problema y proponer soluciones.
Por eso no debo señalar a nadie, pero sí puedo dar eco a esta situación. Y por ello, me gustaría pedir desde esta humilde columna que seamos conscientes de la importancia de tratar con cariño y con extremado cuidado a los que nos visitan desde el momento en el que llegan. Por ellos, y por los que están pendientes de su arribo y de prestarles los servicios correspondientes. Una hora de espera en un control de pasaportes trastoca los planes del viajero y de muchas personas que están pendientes de él.
No podemos permitir que nadie, después de haberse levantado de madrugada para coger un vuelo y después de horas dentro de un avión, tenga que estar más de cuarto de hora en una cola para un proceso que dura menos de 2 minutos.
¡Seamos amables con los turistas internacionales! Desde el primer momento en el que pisa el territorio de cada país. Por su bien, y el de todos.
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